Abr 092013
 

En nuestra sociedad actual, la idea de que la igualdad entre hombres y mujeres es un objetivo necesario para cualquier sistema democrático y la seguridad de que este ya se ha alcanzado en nuestro país parecen bastante instauradas. Sin embargo, las estadísticas efectuadas por multitud de investigaciones en diversos campos como la economía, la salud, la política, las artes, etc., desmienten una y otra vez este sentir mayoritario al mostrar las todavía profundas desigualdades existentes entre los sexos, que afectan sobre todo a las mujeres y que mantienen la subordinación de estas a sus, supuestamente, iguales varones, demostrándose con ello la confusión tan extendida entre la igualdad legal y formal, efectivamente conseguida, y la igualdad real o efectiva, motivo de la lucha actual del feminismo en tanto que no alcanzada todavía.
Esta misma creencia errónea también ha afectado de lleno al ámbito de la educación formal de manera que, aún hoy, se presenta el sistema educativo actual, basado en la escuela mixta, como neutral e igualitario a pesar de que son numerosos los estudios feministas que han demostrado que no lo es, en tanto en cuanto se da androcentrismo en el currículo (pocas referencias a las aportaciones hechas por las mujeres a la historia, la cultura y la ciencia), sexismo en los materiales didácticos (plagados de estereotipos de género) y en el lenguaje utilizado (que oculta a las mujeres tras el masculino genérico), e incluso en la interacción y las expectativas diferenciales del profesorado con el alumnado de uno y otro sexo en el aula (Subirats, 1994). Todos estos factores producen, sin lugar a dudas, una socialización diferenciada que fomenta la reproducción, la legitimación y la perpetuación de la desigualdad por razón de género en que se basa el sistema patriarcal tradicional (Ballarín, 2001), con las consiguientes consecuencias negativas tanto para las mujeres como para los hombres. Así pues, podemos decir sin miedo a equivocarnos que hay una confusión generalizada entre igualdad de acceso a la educación y educación para la igualdad de oportunidades (IM, 2007), que ha quedado demostrado que el modelo de escuela mixta no ha funcionado como instrumento eficaz para construir un sistema educativo equitativo para chicas y chicos, y que, si queremos trabajar por una educación verdaderamente igualitaria y justa que enseñe al alumnado a convivir sin establecer relaciones jerárquicas y de poder, debemos transitar otros caminos.
La Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación hace especial hincapié en que el sistema educativo español actual debe garantizar la igualdad efectiva de oportunidades e introduce la equidad y el desarrollo de la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres como principio fundamental en el que debe inspirarse, como fin a alcanzar y como objetivo dentro de todas las etapas educativas tanto obligatorias como no obligatorias. Pero, ¿qué modelo de escuela puede plantearse como alternativa a la escuela mixta para la consecución de estas directrices efectuadas en la ley de educación? Los expertos y expertas tienen muy clara la respuesta a esta pregunta: la escuela coeducativa.

Referencias bibliográficas:

Ballarín Domingo, Pilar (2001): “La coeducación hoy”. En Blanco N. (coord.), Educar en femenino y masculino, Madrid, Akal/Universidad Internacional de Andalucía.

Instituto de la Mujer (2007): Guía de coeducación. Documento de síntesis sobre la educación para la igualdad entre mujeres y hombres en: http://www.educarenigualdad.org/media/pdf/uploaded/old/Doc_208_Guia_de_CoeducacionIM.pdf (29-4-2011)

Subirats Martori, Marina (1994): “Conquistar la igualdad: la coeducación hoy”, Revista Iberoamericana de Educación, nº 6, septiembre-diciembre. En http://www.rieoei.org/oeivirt/rie06a02.htm (20-4-2011)


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